En el pueblo éramos treinta ancianos abandonados y cansados de no hacer nada durante el día; por eso, acogimos la iniciativa con entusiasmo. Como el dinero era justamente lo que nos faltaba, se nos ocurrió apostar lo más precioso y vital que teníamos. Ganaba quien al final se hiciera con el mayor número de dentaduras. Fue un combate arduo y tenaz en el que perdieron muchos de los más taimados, los más desenvueltos, los más estrategas. Ahora que las tengo todas, miro con aire triunfal a mi alrededor, muerdo el pan del almuerzo en el medio de la plaza mortalmente vacía, y lamento profundamente haber perdido a todos mis contrincantes.
Publicado en “La maquina de coser palabras”, blog de Juan Yanes.
http://jyanes.blogspot.fr/2013/03/tres-cuentos-en-el-limite-felix-terrones.html